Emocionada, alegre, ansiosa, con un sinfín de emociones entre ellas curiosidad al saber que me iban a hacer, a los dos días después de salir del colegio en vez de planear unas lindas vacaciones en familia, mis padres se preparaban económicamente para enfrentar un gasto algo generoso para pagar gastos de hospital y honorarios médicos. Sin sumar las cuentas previas de consultas casi cada 8 días para evaluar las posibilidades para ser operada y la cantidad de exámenes realizados para asegurarse cuál sería la mejor opción (como que tenían muchas alternativas já!) y yo programándome mentalmente de esa nueva experiencia.
Por lo general las vacaciones dan inicio en los días 16 al 20 de octubre, y pues no recuerdo exactamente la fecha de ingreso de cada intervención y tampoco creo que sea tan necesario mencionarlo. Me internan mis padres en el Hospital Bella Aurora que hoy en día es el famoso Hospital las Américas, a eso de las 6:00 a.m. en ese tiempo era uno de los mejores y pues así también el pago por día, te cobraban hasta por las malas miradas hechas a las enfermeras… jajaja en mi caso no padezco de eso así que por esa parte se ahorraron ese gasto mis padres ;)
Para iniciar, me llevan a la habitación y pues una sensación indescriptible que aún conservo en mis recuerdos y volverla a sentir hace vivir ese momento. Entro a la habitación muy linda por cierto, semiprivada, que era lo que podían pagar mis padres en ese tiempo, acompañada por ellos, entra una enfermera y dice, "acá puedes colocar tus cosas, te quitas la ropa y te colocas la que está en la bolsa, puedes quedarte en interiores y conservar tus calcetas, en un momento vienen del laboratorio a realizarte un examen de sangre para hacerte unos análisis". Hice lo que la enfermera amablemente me pidió y tal cual había indicado en un lapso de 20 minutos llegaron dos enfermeras con unas jeringas a extraerme sangre para hacer los análisis. Los nervios que ya de por si me atacaban por estar en un lugar desconocido y sin saber que me iban a hacer eran demasiadas sensaciones recibidas en tan poco tiempo, por lo que para variar me alteré, me puse a llorar, mis padres tratando de calmarme y yo viendo la semejante aguja que estaría a segundos de ser introducida en mi bracito, que para variar mis venas por el frio y nervios se escondieron y tuvieron que intentar como dos veces más. Mis lagrimones corrían y ni modo ya estaba allí tenía que estar consciente que cualquier cosa podía pasar y en efecto al rato la famosa canalización, otro dolor y más llanto.
Ese día me dejaron sin consumir alimentos desde las 2 de la tarde aproximadamente ya que sería intervenida quirúrgicamente al día siguiente a las 6 de la mañana por lo que medio almorcé cosas muy suaves y la anestesióloga me indico que podía comer un dulce de menta si tenía mucha necesidad. Como niña obediente así lo hice.
Se llega el gran día! Casi sin poder dormir la noche anterior y con los nervios de punta pero sedada porque me habían colocado un sedante para calmarme, a las 5 de la mañana llegan a levantarme para bañarme y pues a prepararme para ese momento. Mis padres presentes en todo el proceso, ese día mi madre se quedó conmigo en el hospital, y pues a las 6 de la mañana ya estaba lista. Llegan con una camilla donde sería trasladada al quirófano y me suben, recuerdo que mis padres atrás de la camilla hasta la puerta del quirófano se despidieron de mi, con lágrimas en los ojos me dieron su bendición y ya lista me ingresaron completamente. Con mi corazón a mil, las manos y pies helados me colocan a otra camilla que era la de sala de operaciones, una camilla fría que era casi imposible contener el temblor de mi cuerpo por tanto frío, llega la anestesista y me dice “bueno niña linda, ya estas lista? Ahora te pondré esta mascarilla que sabor quieres, chocolate, chicle o fresa?” le contesto chicle y me dice “perfecto esto solo es para que no sientas el olor desagradable del oxigeno” en eso toma mi mano que ya estaba canalizada coloca el suero y en el una jeringa con un liquido transparente por lo que dice “quiero que cuentes de uno a cien” muy contenta e ingenua empiezo a contar recordando que llegué hasta cinco, la anestesia hizo el efecto deseado.
Sin saber cuánto tiempo había transcurrido recuerdo que me hablaron, diciéndome “chiquita, despierta, acá esta tu mami y tu papi” toda somnolienta abro los ojos despertando con sed exagerada y el dolor en mis piernas, solo sentía algo caliente en ellas siendo lo primero mover mis pies para ver si aún tenía mis piernas, sintiendo el dolor intenso. Me llevan a la habitación y solo recuerdo que el frío era inevitable, tenia como tres ponchos y aún así no dejaba de temblar, la sed era aun más intensa y mi madre solo podía mojar mis labios con una gasa. Recuerdo ver a toda mi familia alrededor de mi cama viendo como reaccionaba y mi padre al pie de la cama con sus ojos llorosos, cuando una tía le dice “ve al pasillo para que la niña no te vaya a ver así” mis lagrimas rodaban pues nunca había visto a mi padre llorar. Cuando ya empezaba a reaccionar, hacia el intento de levantar la cabeza y me decían que no la levantara para que no me doliera la cabeza posteriormente como efecto de la anestesia general, recuerdo que fue todo un show, tenía mucha nausea y sed. Recuerdo también que mi cuarto estaba lleno de globos y regalos, me emocioné al ver cada detalle tanto así que la alegría superaba el dolor que sentía. Allí pasé 4 días, la primera noche mi abuelita se quedó conmigo cuidándome ya que ella era enfermera y trabajaba en un hospital en Morales Izabal, por lo que contaba con la experiencia de ella por cualquier cosa, gracias a Dios solo se quedó dormida descuidando el suero que ya se había acabado por lo que mi sangre empezó a ser extraída jajaja un caso mi abuelita y por cerrar el suero para que no me siguiera desangrando se deslizo y se cayó, el dolor que pude haber sentido desapareció al atorarme de la risa que mi abuelita fuera a parar hasta debajo de la otra cama por tratar de evitar desangrarme más.
Fue toda una experiencia en ese hospital, recuerdo que mi padre llegaba a desayunar conmigo, a las 6 de la mañana pasaban el menú para que uno eligiera que comer para ese día, yo pedía de todo, atol, café, huevitos estrellados con chirmol, cereal, pan, fruta, té jajajajaja pero era porque amaba que mi padre se llegara a sentar a mi lado a darme de comer y una cucharada era para mí y dos para el, tanto así que el doctor se quedaba asombrado de ver todo lo que comía y mi padre atrás del médico haciendo gesto de shh… no digas nada, jajajaja solo me tocaba decirle que sí, que todo me lo había comido yo.
Salí al cuarto día con mis piernas enyesadas desde las piernas hasta la punta de los pies, mi padre debía cargarme para poder movilizarme de un lado a otro con los cuidados necesarios para no lastimarme.
Pasé tres meses con el yeso inmovilizada y nada más que dependiendo de que se me llevara todo a la cama, desde el cepillo de dientes, comida, únicamente me sacaban para bañarme que esa era una odisea que mi pobre madre tuvo que sufrir, y pues el resultado no se vería hasta que me quitaran el yeso juntamente con los puntos.
Al finalizar en el tiempo estipulado por el médico me llevan a su clínica y pues ese fue otro tormento… sí, el sonido de la sierra que corta el yeso yo sudaba frio, quería meter mis manos de saber que en cualquier momento me tocaría alguna operación, lloraba era una situación molesta e incómoda. Y como era de sospecharse en una de esas toco un punto, no era tanto el dolor sino la sensación de que había quemado mi piel, pues eso no cortaba la piel aunque esa era la sensación que daba. Me quita el yeso y luego el otro calvario, si! Los puntos!!! OMG bueno eran dos cirugías en cada pierna, una a los lados y otra en la parte frontal de cada pierna debajo de la rodilla, las pequeñas con 5 puntos y las grandes entre 10 a 12 puntos, cabe mencionar que el hilo que se usaba antes era similar como al de la caña de pescar pero especial, es decir, cortaban los nudos y halaban desenrollándose el hilo en la piel. Saliendo sangre y ardiendo. Algo animal para ser médico. Pero bueno no había opción. Y si a eso le sumamos la sensación extraña en las piernas, frio, híper sensibilidad por estar tanto tiempo cubierta por el yeso, el dolor que causaba el doblarlas ya que por estar rígidas por tres meses el dolor al doblarlas era casi imposible, por lo que debía de poner al llegar a casa las piernas en agua caliente con jabón para quitar todos los residuos de piel muerta ya que por la falta de luz y aire la piel se pone escamosa y es como la piel de culebra jajaja debía mudar… bueno y a empezar mi fisioterapia en casa, que dicho sea de paso nunca se pago uno, porque le médico decía que no era necesario.
El resultado, bueno entre con tibias varas y salí con la pierna izquierda perfecta, pero la derecha con un valgo es decir al principio estaba arqueada y después de la operación me la dejaron para adentro, la alineación a la hora de operar no fue la correcta por lo que ambas piernas literalmente estaban así >| después de estar así ( ) frustrante y muy difícil al ver que el tiempo, el gasto, el dolor habían sido casi un fracaso…
Por lo general las vacaciones dan inicio en los días 16 al 20 de octubre, y pues no recuerdo exactamente la fecha de ingreso de cada intervención y tampoco creo que sea tan necesario mencionarlo. Me internan mis padres en el Hospital Bella Aurora que hoy en día es el famoso Hospital las Américas, a eso de las 6:00 a.m. en ese tiempo era uno de los mejores y pues así también el pago por día, te cobraban hasta por las malas miradas hechas a las enfermeras… jajaja en mi caso no padezco de eso así que por esa parte se ahorraron ese gasto mis padres ;)
Para iniciar, me llevan a la habitación y pues una sensación indescriptible que aún conservo en mis recuerdos y volverla a sentir hace vivir ese momento. Entro a la habitación muy linda por cierto, semiprivada, que era lo que podían pagar mis padres en ese tiempo, acompañada por ellos, entra una enfermera y dice, "acá puedes colocar tus cosas, te quitas la ropa y te colocas la que está en la bolsa, puedes quedarte en interiores y conservar tus calcetas, en un momento vienen del laboratorio a realizarte un examen de sangre para hacerte unos análisis". Hice lo que la enfermera amablemente me pidió y tal cual había indicado en un lapso de 20 minutos llegaron dos enfermeras con unas jeringas a extraerme sangre para hacer los análisis. Los nervios que ya de por si me atacaban por estar en un lugar desconocido y sin saber que me iban a hacer eran demasiadas sensaciones recibidas en tan poco tiempo, por lo que para variar me alteré, me puse a llorar, mis padres tratando de calmarme y yo viendo la semejante aguja que estaría a segundos de ser introducida en mi bracito, que para variar mis venas por el frio y nervios se escondieron y tuvieron que intentar como dos veces más. Mis lagrimones corrían y ni modo ya estaba allí tenía que estar consciente que cualquier cosa podía pasar y en efecto al rato la famosa canalización, otro dolor y más llanto.
Ese día me dejaron sin consumir alimentos desde las 2 de la tarde aproximadamente ya que sería intervenida quirúrgicamente al día siguiente a las 6 de la mañana por lo que medio almorcé cosas muy suaves y la anestesióloga me indico que podía comer un dulce de menta si tenía mucha necesidad. Como niña obediente así lo hice.
Se llega el gran día! Casi sin poder dormir la noche anterior y con los nervios de punta pero sedada porque me habían colocado un sedante para calmarme, a las 5 de la mañana llegan a levantarme para bañarme y pues a prepararme para ese momento. Mis padres presentes en todo el proceso, ese día mi madre se quedó conmigo en el hospital, y pues a las 6 de la mañana ya estaba lista. Llegan con una camilla donde sería trasladada al quirófano y me suben, recuerdo que mis padres atrás de la camilla hasta la puerta del quirófano se despidieron de mi, con lágrimas en los ojos me dieron su bendición y ya lista me ingresaron completamente. Con mi corazón a mil, las manos y pies helados me colocan a otra camilla que era la de sala de operaciones, una camilla fría que era casi imposible contener el temblor de mi cuerpo por tanto frío, llega la anestesista y me dice “bueno niña linda, ya estas lista? Ahora te pondré esta mascarilla que sabor quieres, chocolate, chicle o fresa?” le contesto chicle y me dice “perfecto esto solo es para que no sientas el olor desagradable del oxigeno” en eso toma mi mano que ya estaba canalizada coloca el suero y en el una jeringa con un liquido transparente por lo que dice “quiero que cuentes de uno a cien” muy contenta e ingenua empiezo a contar recordando que llegué hasta cinco, la anestesia hizo el efecto deseado.
Sin saber cuánto tiempo había transcurrido recuerdo que me hablaron, diciéndome “chiquita, despierta, acá esta tu mami y tu papi” toda somnolienta abro los ojos despertando con sed exagerada y el dolor en mis piernas, solo sentía algo caliente en ellas siendo lo primero mover mis pies para ver si aún tenía mis piernas, sintiendo el dolor intenso. Me llevan a la habitación y solo recuerdo que el frío era inevitable, tenia como tres ponchos y aún así no dejaba de temblar, la sed era aun más intensa y mi madre solo podía mojar mis labios con una gasa. Recuerdo ver a toda mi familia alrededor de mi cama viendo como reaccionaba y mi padre al pie de la cama con sus ojos llorosos, cuando una tía le dice “ve al pasillo para que la niña no te vaya a ver así” mis lagrimas rodaban pues nunca había visto a mi padre llorar. Cuando ya empezaba a reaccionar, hacia el intento de levantar la cabeza y me decían que no la levantara para que no me doliera la cabeza posteriormente como efecto de la anestesia general, recuerdo que fue todo un show, tenía mucha nausea y sed. Recuerdo también que mi cuarto estaba lleno de globos y regalos, me emocioné al ver cada detalle tanto así que la alegría superaba el dolor que sentía. Allí pasé 4 días, la primera noche mi abuelita se quedó conmigo cuidándome ya que ella era enfermera y trabajaba en un hospital en Morales Izabal, por lo que contaba con la experiencia de ella por cualquier cosa, gracias a Dios solo se quedó dormida descuidando el suero que ya se había acabado por lo que mi sangre empezó a ser extraída jajaja un caso mi abuelita y por cerrar el suero para que no me siguiera desangrando se deslizo y se cayó, el dolor que pude haber sentido desapareció al atorarme de la risa que mi abuelita fuera a parar hasta debajo de la otra cama por tratar de evitar desangrarme más.
Fue toda una experiencia en ese hospital, recuerdo que mi padre llegaba a desayunar conmigo, a las 6 de la mañana pasaban el menú para que uno eligiera que comer para ese día, yo pedía de todo, atol, café, huevitos estrellados con chirmol, cereal, pan, fruta, té jajajajaja pero era porque amaba que mi padre se llegara a sentar a mi lado a darme de comer y una cucharada era para mí y dos para el, tanto así que el doctor se quedaba asombrado de ver todo lo que comía y mi padre atrás del médico haciendo gesto de shh… no digas nada, jajajaja solo me tocaba decirle que sí, que todo me lo había comido yo.
Salí al cuarto día con mis piernas enyesadas desde las piernas hasta la punta de los pies, mi padre debía cargarme para poder movilizarme de un lado a otro con los cuidados necesarios para no lastimarme.
Pasé tres meses con el yeso inmovilizada y nada más que dependiendo de que se me llevara todo a la cama, desde el cepillo de dientes, comida, únicamente me sacaban para bañarme que esa era una odisea que mi pobre madre tuvo que sufrir, y pues el resultado no se vería hasta que me quitaran el yeso juntamente con los puntos.
Al finalizar en el tiempo estipulado por el médico me llevan a su clínica y pues ese fue otro tormento… sí, el sonido de la sierra que corta el yeso yo sudaba frio, quería meter mis manos de saber que en cualquier momento me tocaría alguna operación, lloraba era una situación molesta e incómoda. Y como era de sospecharse en una de esas toco un punto, no era tanto el dolor sino la sensación de que había quemado mi piel, pues eso no cortaba la piel aunque esa era la sensación que daba. Me quita el yeso y luego el otro calvario, si! Los puntos!!! OMG bueno eran dos cirugías en cada pierna, una a los lados y otra en la parte frontal de cada pierna debajo de la rodilla, las pequeñas con 5 puntos y las grandes entre 10 a 12 puntos, cabe mencionar que el hilo que se usaba antes era similar como al de la caña de pescar pero especial, es decir, cortaban los nudos y halaban desenrollándose el hilo en la piel. Saliendo sangre y ardiendo. Algo animal para ser médico. Pero bueno no había opción. Y si a eso le sumamos la sensación extraña en las piernas, frio, híper sensibilidad por estar tanto tiempo cubierta por el yeso, el dolor que causaba el doblarlas ya que por estar rígidas por tres meses el dolor al doblarlas era casi imposible, por lo que debía de poner al llegar a casa las piernas en agua caliente con jabón para quitar todos los residuos de piel muerta ya que por la falta de luz y aire la piel se pone escamosa y es como la piel de culebra jajaja debía mudar… bueno y a empezar mi fisioterapia en casa, que dicho sea de paso nunca se pago uno, porque le médico decía que no era necesario.
El resultado, bueno entre con tibias varas y salí con la pierna izquierda perfecta, pero la derecha con un valgo es decir al principio estaba arqueada y después de la operación me la dejaron para adentro, la alineación a la hora de operar no fue la correcta por lo que ambas piernas literalmente estaban así >| después de estar así ( ) frustrante y muy difícil al ver que el tiempo, el gasto, el dolor habían sido casi un fracaso…